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Informació general/ artistas en residencia.

Mandarina Borda es un proyecto de Arte, Geometría y Agroecología, un lugar de creación y experimentación desde el que repensar la interacción del hombre con su entorno natural.

Ubicada en la pequeña localidad de Palmera (Valencia), a pocos kilómetros del mar y la montaña, su territorio agrícola se compone básicamente de huertos de naranjos.

Residencia

Duración_ estancia mínima 15 días, máxima 3 meses

Servicios_ alojamiento, estudio, taller, visitas, presentación del trabajo realizado.

La residencia está organizada para un máximo de tres artistas al mismo tiempo.

  • La residencia cuenta con 3 habitaciones de uso individual. Comedor, cocina y baño de uso compartido para los residentes.
  • Taller habilitado con herramientas para trabajo de madera…
  • Sala de estudio, para la realización de trabajos ‘limpios’
  • Zona común de trabajo,  tanto interiores como exteriores.
  • Huerto de naranjos donde también se pueden trabajar y/o realizar las obras.
  • Conexión wifi.
  • Visitas a los lugares emblemáticos que conforman nuestro paisaje.
  • Ayudamos a los artistas a encontrar los materiales necesarios para la realización de sus obras.
  • Los materiales necesarios para la realización de las obras y presentación de las mismas correrán a cargo de los artistas.
  • El artista  podrá mostrar  y presentar su trabajo al final de la residencia en una jornada de puertas abiertas.

Documentación adjunta:

  • Currículum vitae
  • Descripción del proyecto
  • Calendario / plan de trabajo del proyecto.
  • Soportes gráficos y/o digitales del proyecto.
  • Explicación de colaboraciones de otras personas, entidades o ayudas/subvenciones del proyecto(si procede) 
  • Dirección de envío:  mandarinaborda@gmail.com 

Huerto

Huerto de cítricos abandonado
Regeneración del territorio
Planificación
Introducción de nuevas especies

El proyecto agroecológico de Mandarina Borda se enmarca en la huerta valenciana, en el término municipal de Palmera(Valencia)

En la última década del S.XX, Palmera(Valencia), que hasta entonces había dedicado la mayor parte de su territorio al cultivo de cítricos, quedó parcialmente afectada por el ‘boom’ de la construcción, por un lado, una porción de nuestra tierra fue reconvertida a suelo urbano, por otro, la devaluación del precio de los cítricos, la subida de precios de los terrenos agrícolas para reconvertirlos en suelo urbano, y el envejecimiento de la población que se dedicaba a los cultivos, propició que las tierras fueran abandonándose.

Ante este panorama devastador, y las consecuencias alienantes que de ello se derivan decidimos re-generar el actual huerto de Mandarina Borda. Cortamos los árboles secos, podamos los que todavía tenían vida, desbrozamos, labramos el terreno… y tras una primera puesta a punto nos dedicamos a observarlo con los 5 sentidos, las hierbas que en él crecieron, nos informaron de las necesidades del suelo, las hojas de los árboles de sus carencias… así, y muy poco a poco, el huerto fue convirtiéndose en un ‘campo de conocimiento’ en el que la interacción generaba y sigue generando, cuestiones a resolver.

Construimos nuestro huerto bajo principios energéticos y agroecológicos,
_ Haciendo uso de los recursos que el territorio nos ofrece, como la caña, los restos de poda de naranjo, oliveras, palmeras… con los que vamos construyendo las estructuras de nuestro huerto mandala, la cabaña, la valla… El trabajo con estos elementos nos desvela su plasticidad, sus posibilidades.
_ Generando diversidad en los cultivos, introduciendo frutales como el manzano, el ciruelo, el granado… y la huerta, enriqueciendo de este modo el ecosistema.
_ Estructurando los cultivos en forma de mandala, bajo un orden universal acorde con las estaciones, los elementos y el clima.

Nuestros objetivos:
_ Observar el proceso creativo en la naturaleza.
_ Crear un ecositema equilibrado haciendo uso del arte y la agroecología como elementos catalizadores de todos estos procesos.ColumnaPárrafo

Con el tiempo, y gracias a la no intervención, los naranjos han ido revelando las diferentes variedades de cítricos que en otra época albergaron, recuperando de este modo variedades de cítricos que hoy en día son poco habituales.



Marco Ranieri

Nidos de Biodiversidad_2016

Un elevado nivel de biodiversidad es de fundamental importancia para un ecosistema agroecológico. La presencia de insectos polinizadores nos garantiza un servicio ecológico vital, muchas especies de pájaros, murciélagos e insectos son útiles en el control de plagas.
Esta instalación artística en el medio rural pretende visualizar este dato a través de una representación plástica simbólica. Creando, al mismo tiempo un espacio de contacto íntimo con el lugar, donde generar, restaurar o renovar una vinculación empática con la Naturaleza. Las obras se componen de varias estructuras biomiméticas inspiradas en la forma y estructura de un avispero de acequia combinada con la forma de panales de abeja tradicionales.Las estructuras se realizaron con técnicas tradicionales de entrelazado de mimbre influenciadas por las técnicas de algunos pájaros constructores. Su interior, hueco y con soportes, se presta a cobijar fauna silvestre de pequeñas dimensiones (pájaros, murciélagos, insectos polinizadores, etc)

Asistente: Lorena Mullet

Fotografía: Enriqueta Rocher

‘Pell’

Pell (Piel) es un proyecto de Enriqueta Rocher, en el que se investiga la posibilidades de diversos tipos de fibras procedentes de frutas y verduras de nuestro entorno para ser transformadas en envases biodegradables.

Vivimos inmersos en un mar de envases de plástico, los cuales han venido a sustituir la piel que porta cada fruto y que la conserva en condiciones idóneas para consumir, siempre que el producto sea ecológico y se conozca su método de conservación.

Este proyecto se inicia con las pieles de naranja, y posteriormente se investiga la posibilidad de otras fibras como el cardo o la alcachofa.

La cocina es un proceso plástico, a través del cual damos forma al paisaje que constituye nuestro cuerpo.

El alimento ha mostrado a través del tiempo la relación del hombre con su entorno, constituyendo el vínculo más primitivo y directo con la Tierra.
A través de la agricultura el hombre ha transformado el territorio en paisaje, adaptando los cultivos a las condiciones climáticas y a sus propias necesidades. El huerto, como paisaje, es un signo identitario, que define la forma en cómo nos nutrimos y relacionamos con la naturaleza.
Cada uno de nosotros somos un paisaje, construido a base de experiencias, que nos reportan emociones y conocimientos, y que en su conjunto generan la energía con la que nos relacionamos con el mundo. Éste es uno de los signos de la inevitable ligazón del hombre con el territorio. En las labores del campo, el hombre establece un diálogo con la naturaleza, al tiempo que lo desarrolla consigo mismo. Tanto la Ley de la Similitud, en la que se basa la homeopatía como la terapia floral; como los experimentos de Backester con el polígrafo y las plantas, evidencian dicha interacción, la naturaleza actúa como un espejo que refleja nuestras carencias y evidencia nuestra propia naturaleza, percibida a través de los sentidos, los mismos con los que se elabora y se recibe el alimento, el vínculo entre cocina y arte es estrecho, ambos se expresan y se perciben a través de los sentidos, generando experiencias nutritivas.

En nuestra cocina el alimento es un proceso alquímico que comienza en la tierra y se desarrolla a través de los cinco elementos, las cinco estaciones y los 5 sentidos, los cuales, en conjunción con el clima, determinan el estado de los tejidos de un cuerpo. Y no son los tejidos los que modelan nuestro cuerpo a través de la vibración? Cocinamos emociones!
Periódicamente realizamos menús elaborados a partir de uno o dos alimentos, desarrollados a través de diferentes sabores, texturas, aromas… nuestro objetivo es enriquecer el recetario local y generar hábitos alimentarios saludables. Tomando como referentes la cocina local tradicional, la macrobiótica y la cocina energética, adaptamos sus contenidos a las características de los frutos que nos ofrece la tierra, tanto los silvestres como los cultivados. Nuestra cocina está en sintonía con los procesos naturales de la vida.

La mayor parte de los productos con los que elaboramos los platos proceden de nuestro huerto: frutas, hortalizas e hierbas silvestres, todos ellos cultivados bajo principios eco-energéticos. Las legumbres y cereales son de origen ecológico, de producción local y nacional.

¡Salud y buen provecho!